LA PLAYA DEL SILENCIO
LA LITERARIEDAD PERDIDA
La literariedad hay que buscarla
aunque apenas se pueda responder
muy malamente
a la antigua pregunta
dice el mayor calientalibros
de esta aula repleta de muñecos
qué es lo que hace que un poema nos conmueva
y nos permita destriparlo
con este bisturí sacado de la imprenta
mañana cómo no saldré a comprarlo
para mayor grandeza del querido
precursor de las búsquedas extrañas
la literariedad hay que buscarla
sacarla amarla atarla estructurarla
sin olvidar a los egregios sabios
de coruscante cita a pie de página
Todorov Barthes Genette Jakobson sirven tanto
la literariedad hay que buscarla
entre significantes signos significados
…
y resulta que el ciego cacaseno
no sabe que la tengo ya a mi lado
con minifalda y labios de princesa
dispuesta a merendarse al más pintado
aventurero de la clase
dispuesta a hacer papilla esa teoría
de la ninfa perdida
dispuesta a envenenarme el corazón
y el alma si hace falta
Jesús Gallego Montero, La incandescente rosa del cometa
Bienvenidos a todos, alumnos y amantes de la lengua castellana y la literatura. Se abre este blog con un cuadro de mi querido amigo José Luis Nieto Rivas, arquitecto, profesor y, sobre todo, un gran pintor, en el que aparece una mujer que mira, quizás con cierto deseo de alcanzar el absoluto, una maravillosa puesta de sol en una playa silenciosa, como si desease encontrar la solución de la existencia en esa maravilla de la naturaleza. A veces, son ciertos momentos de la vida los que nos producen el descubrimiento de la felicidad, como esa puesta de sol que el pintor ha representado. Esos momentos son tiempo que se escapa y que no volveremos a sentir ni a ser; pero son también poesía capaz de fijar el recuerdo y el sentimiento cada vez que nos acercamos a su imagen.
La poesía también intenta parar el tiempo. No sé si lo consigue, pero lo que sí sé es que el poema, si es bueno, como la pintura, nos emociona, y nos hace sentir, como diría San Juan, «un no sé qué que queda balbuciendo». ¿Qué es lo que provoca que un poema nos emocione? Esa es la pregunta que muchos se han hecho y se siguen haciendo. Recuerdo a un catedrático de literatura que se esforzaba, durante mis años de Universidad, en responder a esta extraña pregunta. Para ello dedicó todo un año y, por supuesto, no consiguió la respuesta. Lo recuerdo sentado ante su mesa doctoral leyendo sus apuntes amarillentos, frente a unos sesenta alumnos, aburridos y pensando, por supuesto, en todo menos en resolver el enigma de la literariedad perdida. De los labios del egregio sabio surgía a cada momento una lluvia espumosa de nombres de teóricos de la lingüística y de la literatura, como autoridades indispensables que le servían para definir, argumentar y explotar la teoría de la literariedad encontrada. Pero nunca la encontró, y sentimos que el tiempo se perdía entre el aburrimiento y el desencanto.
En un papel, hoy también amarillento, entre extraños nombres y conceptos teóricos, un día en que el fastuoso sabio peroraba sobre la literariedad, escribí estos versos. En ellos aparecen dos voces, dos perspectivas, la voz del profesor de universidad y la voz de mi pensamiento, en el mismo momento en que se efectuaba el acto de la clase. Y durante ese acto de creación juvenil descubrí a la vieja señora llamada literariedad, a la que tantos profesores y estudiantes de literatura buscan durante años, nada más y nada menos que a mi lado, en el rostro amable de una joven princesa que me miraba con cierto desdén.
Espero y deseo que este blog os ayude a conocer mejor el mundo de nuestra lengua y literatura. No os voy a decir que no perdáis detalle, porque a veces la emoción, la literariedad, puede surgir de cualquier mirada, de cualquier encuentro, o de cualquier experiencia de la vida, como en un bello ocaso en La playa del silencio, y no en tantos y tantos datos que nos obligan a conocer. Disfrutad si podéis y, sobre todo, espero que al final se hagan verdaderas las palabras de otro profesor, Miguel de Unamuno, quien cuando iniciaba sus cursos, decía a sus alumnos: «Ustedes son los encargados de demostrar mi ineptitud».
Jesús Gallego Montero
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lindos poemas te felicito
No quiero parecer demasiado condescendiente, pero me ha encantado este blog.